domingo, 19 de junio de 2016

No creo en la igualdad


(No he escrito hace mucho tiempo, mi inserción laboral me ha quitado todas mis energía literarias, así que espero ponerlo al día con los escritos que se vienen de acá en adelante, con un tinte más profundo e instrospectivo...me perdonan también la ortografía que retrocede directamente proporcional a mi cada vez más profi (chuña) alemán....enjoy)

Cuando era pequeña siempre me sentí distinta. Mientras mis amigas alucinaban por Leonardo Dicaprio en Titanic a mí siempre me gustó Harrison Ford, un treitón en los noventa que con sus aventuras de arquéologo me parecía un millón de veces más atractivo que una melena de Backstreet boys. Y cuando era aún más chica, siempre me encontré con personajes de mi edad que hacían cosas que me producían ruido, grandes reflexiones para la edad que tenía y que no era muy comúnes: no me gustaba lo que veía, aquellos grupos homogéneos que funcionaban en masa, niños que se reían de lo mismo y solo iban a jugar si todos iban. Desde ahí que papá en casa siempre dijo: "Ser igual es fácil, lo difícil es saberse diferenciar".

Gracias a este abono de crianza nunca me importó tener gustos diferentes, mostrarlos y cultivarlos. Y no es que en mi paso a la adolencia fuera una piñata de sorpresas, no era la compañera con pelo de color, aro en la nariz, o cualquier marca que indicara que dentro estaba un yo rebelde, pero siempre  miraba todo con demasiada precisión, sentía como las cosas pasaban fuera de mi de forma que no me sentía involucrada, y aprendí a vivir bien con eso; a encajar cuando fuera necesario, sin dejar-me de lado. 
Aprendí a ser amiga de todos sin diferencias, ni de los porros, ni de los mateos, ni de los flacos ni de los gordos. Siempre fue mi estampa creo yo y mis amigos bien podrán recordarlo. Fuí la primera amiga de todos antes que ellos fueran los amigos de muchos. Aprendí desde pequena a resaltar los colores de cada especie, vivir con ellos, aceptar lo bueno, olvidar lo malo, y sin perjucio a mi misma, por su puesto, mandar a la chucha a los más hueones que nunca faltarón, faltan y faltarán.

Doy esta pequena introducción autobibliográfica porque desde hace unos años a esta parte, me he dado cuenta lo mucho que se manipula la palabra "igualdad". Crecí en un mundo de globalización en construcción donde se fortaleció ese concepto al arraigado.
Qué debemos ser iguales en el trabajo, que todos somos iguales en nuestro intelecto, que la igualdad de género, etc. Pero todo eso no es verdad, está conceptualmente muy mal planteado...porque la verdad es que NO SOMOS IGUALES, SOMOS DISTINTOS. Todo aquello NO quiere decir que no debieramos tener IGUALDAD de derechos e IGUALDAD frente a la ley, sin duda, pero soy quién plantea que exactamente debemos hacerlo desde las diferencias. Somos hombres, somos mujeres, somos hijos de padres separados, de padres juntos, de católicos, de luteranos, de familia pequeña, de familias gigantes, de pobres y clase media, de padres alcoholicos, de mamás con problemas, etc...

El mercado se ha aprovechado de esto. Instaura modas baratas en tiendas de Low-Cost (gracias Catalina por ensenarme tanto sobre este tema) y se marcan tendencias con peinados y estilos. Ahora en todo el mundo se determino que los hombres debieran ser samurais con las cabezas rapadas y pelo en tomate arriba de la cabeza, que las mujeres un año deben ocupar tacos bajos y el otro altos, etc. Todos siguen estas corrientes en tecnología, viajes, ropas, autos, EN TODO! Alguien podría de una vez por todas parar y mirar la mierda que están haciendo????? Finalmente todos se juran distintos, cuando la verdad de las cosas es que son todos jodidamente estúpidos e iguales. 

Todos estos fenómenos no son más que una estrategia de ganado muy compleja a nivel cultural-económico-social. Porque claro, finalmente nadie se contagia la difícil tarea de leer estudios serios sobre clima, o estudiar los escritos de Kafka, entender a los filósofos básicos que sea, o sin esperar tanto que algunos pudieran por sus gustos saber más de estética del cine, las corrientes de la música, etc. Todos consumen lo mismo para sentirse diferentes, trabajando desde afuera en algo que desde adentro no tienen ningún pensamiento crítico y ninguna construcción sólida. Productos que una y otra vez te venden el "sientete único...comprame"

En Chile este fenómeno es aún más dramático, marcado con la contengencia comunicacional, machista y llevado a prejuicios marcadamente superficiales, leía el otro día un excelente relato de una mujer que, al ser toquetiada en sus senos por un hombre en la micro y enfrentarlo verbal y físicamente, 3/4 de la micro solo observaba la escena mientras el otro 1/4 levantaba del suelo al tipo transformando al abusador a abusado y a increparla. Le gritaban que parara, que cómo eran tan histérica y exagerada. La masa....la masa...la masa...La tendencia obligatoría de hacer lo que el resto cobardemente por defecto tiende a hacer. Nunca nadie le preguntó si estaba bien, por lo menos si estaba segura de lo que pasó, de si podian hacer algo, NADA. Y es que ser igual al resto se siente bien, pero tener la valentía de ser distinta de gritar lo que todos callan (aunque se sepa de que algo no va bien), aunque sea en ocasiones cómo estas, sigue siendo completamente desconocído, y finalmente tan brutalmente distinto que se esquiva.

De esto estoy cada vez más convencida, vivir acá en Alemania me ha convendido aún más de esto. Hay tanta diversidad cultural, tantos colores, tamanos, cabezas distintas que he entendido más que nunca que ser diferente es la forma de ser una sociedad única, que vela más que nadie por los derechos igualitarios de todos (al menos en mayor medida). 
Sí, aún se lucha por superar pre juicios contra los emigrantes, contra el peso de generaciones dañadas por las post-guerras, etc; pero mientras todo eso pasa igual el hijo de italiano, español y turco van al mismo colegio, se curan sus herídas en el mismo hospital y paga la renta que todos pagamos. 

Es que la igualdad queridos no existe, y eso está bien. A través de esta situación es que también se ha sobre explotado la palabra "tolerancia" de la cual tengo muchas aprensiones...se tolera aquello que se acepta? se tolera aquello a la cual no tengo miedo? Si para mi, por ejemplo, los homosexuales son libres y tienen mis mismos derechos que yo, tengo que tolerarlos en la calle? No es necesario para mí, porque cuando se entiende que las diferencias nos enriquecen avanzamos más rapidamente que "tolerando", porque tolerar es como ir como sosteniendo el peso de una bandeja con una mano mientras te callas y al mismo tiempo te lavas los dientes. Simplemente no es sostenible en el tiempo. Todo aquello que comprendo sin miedo carece de "tolerancia" al menos en mi concepción de la palabra. Todo aquello que es cercano, aun cuando no me pertezca y aún siendo diferente, es tan propio que aquellas diferencias suman no restan.

Tenemos tanto miedo a brillar, a explotar lo que se lleva dentro que la gente se esconde en las masas, en lo común, en lo típico. Y finalmente en el discurso, donde todos aman la verdad hasta que alguien lo pone en práctica, y colapsa tildando a todos nosotros de exagerados, deprimidos y negativos. Colapsa porque sus cimientos son de mentiras, porque no sabe qué hacer si no se lo dicen.

Yo amo la desigualdad, porque mis piernas no son las de una mujer en áfrica, porque no quiero tener la voz de una persona que creció en una cultura cantando, porque no pretendo vender la mentira que un hombre puede se igual a la mujer si no sabe qué es que cada 3 semanas uno se llena de hormonas y tiene que aprender a vivir con un ser que uno misma odia. No pretendo saber lo que es tener testículos cuando no los tengo, o mostrar como que se lo que es que te quiten a un hijo solo por ser hombre. Amo ser distinta a mi vecina, a mis colegas y a los niños a los que enseño..

No quiero nunca que seamos iguales, que nos una una misma lengua, moneda, ropa y trabajo. Quiero creer que es posible que Chile entienda que debe luchar por todos desde sus diferencias (no me refiero a las económicas, que no se malentienda mi discurso con el conformismo barato que vende el capitalismo).


...porque finalmente todo este mundo que me rodea me enseña y al mismo tiempo yo le enseño a él. Por eso amo estar acá, porque todos aprenden de todos, sin pretender ser iguales a los otros, porque sabemos (especialmente los inmigrantes) que es imposible....y eso mismo nos une, esos mismo nos da igualdad ante la ley, el Estado y más importante ante la vida...


Aceptando nuestras diferencias podemos construir una sociedad integradora y personas con capacidad de apertura y pensamiento crítico. Personas que son personas.

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